Araceli Martínez Esteban premio

Entrevistamos a Araceli Martínez Esteban, ganadora de la IV edición del Premio Francisca de Pedraza

Araceli Martínez Esteban, trabajadora Social, actual doctoranda en Estudios Interdisciplinares de Género en la UAH, anterior viceconsejera de la Junta de Castilla la Mancha y Directora del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha. En 2019 ganó el Premio Francisca de Pedraza contra la Violencia de Género por su impulso y desarrollo de La Ley 4/2018, para una Sociedad Libre de Violencia de Género en Castilla-La Mancha

Sabemos que no fue usted quien se presentó a la convocatoria, sino que alguien de su entorno profesional presentó su candidatura ¿Cómo vivió esta sorpresa?

Para responder a esa pregunta primero debo poneros en contexto: Tomar la decisión de abandonar la política no fue una decisión fácil. Tenía claro que quería transitar por otros caminos profesionales y personales, pero siempre cuesta alejarse de proyectos en los que te sientes enormemente involucrada, como también de gente maravillosa con la que he compartido momentos realmente intensos (y algún que otro disgustillo).

Siempre me he sentido muy orgullosa de mi equipo, además, con muchas de las personas que conocí en el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha sigo manteniendo relación, es más, esa relación ha evolucionado de lo político-profesional hacia una amistad sólida y rebosante de complicidades feministas. Es el caso de Begoña Gordón Ortiz, la “instigadora” de una de las mayores y más bonitas sorpresas de mi vida.

Recuerdo que estaba tan tranquila, sin sospechar nada, pues ni sabía que se había presentado mi candidatura, cuando desde la Asociación de Mujeres Progresistas de Alcalá “Francisca de Pedraza” me llamaron para comunicarme que la galardonada de ese año, 2019, era yo. Fue un momento de muchísima emoción (e impacto, la verdad), un reconocimiento para todas las personas, principalmente mujeres, que durante esos años nos empeñamos en relanzar las políticas de igualdad en Castilla-La Mancha y elaborar una ley que sirviera de garantía legal a todos los avances que se consiguieron, siempre desde el diálogo y el consenso.

¿Qué significado ha tenido para usted este galardón?

Así que, volviendo al principio, fue como poner un broche de oro a una etapa de mi vida llena de aprendizajes y agradecimientos. Amelia Valcárcel siempre dice que le feminismo es una carrera de relevos, así que este premio me sirvió para quitarme de encima inseguridades, incluso una cierta culpabilidad, por haber dejado la política y empezar a sentir plenamente la satisfacción de haber dado lo mejor de mí en ese tramo de la carrera y de haber entregado el relevo lo mejor que pude y supe.

A lo largo de su carrera ha llevado a cabo una importante labor social en favor de la igualdad entre hombres y mujeres, ¿Podrían relatarnos cuál ha sido su trayectoria en este sentido?

La verdad es que desde niña ya me sentía identificada con los valores del feminismo, sin bien es cierto que no empecé a tomar una postura más activa hasta llegar a la universidad. Por aquel entonces, fui voluntaria de la primera casa de acogida para víctimas de la violencia de género que hubo en Guadalajara, lo cual me marcó en un doble sentido: por una parte, me ayudó a comprender la situación tan compleja en la que se encuentran las mujeres que sufren la violencia de género, y por otra, tomé conciencia de que la lucha contra el machismo no se puede desarrollar fuera un compromiso amplio y firme con la igualdad y su materialización a través de políticas y decisiones.

A partir de ahí, tanto mi trayectoria política como profesional no ha podido desvincularse del enfoque feminista. Una vez que te pones las gafas violeta de las que nos habla la gran Gemma Lienas, ya no hay quien se las quite. Así, he sido trabajadora social en el ámbito de la violencia de género, de menores en situación de desamparo y en organizaciones dedicadas a la cooperación internacional, incluso he trabajado en un punto limpio, tratando de incorporar siempre la perspectiva de género a todas mis actuaciones.

Claro, que para ello hay que formarse, hay que construir una posición crítica y científica de manera que, además de la carrera de Trabajo Social, he realizado varios estudios de postgrado y máster vinculados a la igualdad entre mujeres y hombres, hasta el punto de estar haciendo en la actualidad un doctorado en Estudios Interdisciplinares de Género en la UAH.

En cuanto a mi participación cívica y política, igual. Desde mi responsabilidad como vicepresidenta del Consejo de la Juventud de España, siendo una mujer joven, hasta mi acción como concejala del Ayuntamiento de Guadalajara primero, y diputada de las Cortes de Castilla-La Mancha más tarde, he procurado aprender todo lo posible de las maestras que he tenido la fortuna de que me acompañen. 

Cuando en 2015 Emiliano, el presidente de Castilla-La Mancha, me trasladó que quería contar conmigo para formar parte de su gobierno he de confesar que me costó decidirme. Ya llevaba varios años fuera de la política, centrada en mi profesión como trabajadora social, pero, tras darle muchas vueltas, pensé que no podía decir que no, que si desde el feminismo reivindicamos la presencia de las mujeres en todas las esferas de la vida, incluida la del poder, cómo iba a rechazar la oportunidad de intentar cambiar las cosas desde el Instituto de la Mujer, que además iba a formar parte, nada más y nada menos, del Consejo de Gobierno.

Como ves la igualdad es un asunto transversal, que supera con mucho la acción social para llegar a todas las esferas de la sociedad.

Esta ley para la prevención de la violencia de género de la que hablábamos situó la región de Castilla-La Mancha a la vanguardia de la legislación vigente en esta materia en el conjunto del Estado y a nivel europeo, ¿Sigue siendo así o hemos continuado avanzando desde entonces gracias a referentes como este?

Bueno, ninguna ley es concluyente ni perfecta. Todas suponen un avance a partir del cual se pueden seguir dando nuevos pasos, pues permiten progresos jurídicos y conceptuales que se deben traducir en recursos. Además, nos permiten ir identificando problemas invisibilizados por el patriarcado, aunque no por ello menos reales.

La educación, la prevención y la sensibilización son pilares principales de la Ley para una Sociedad Libre de Violencia de Género en Castilla-La Mancha. Recuerdo que me gustaba decir que esta ley había sido la más participada de la historia de Castilla-La Mancha. Su elaboración conllevó tres años de trabajo y de diálogo constante con la sociedad civil para sacar adelante una norma de consenso, valiente, con medidas identificables y presupuesto para la ejecución de las mismas.

Fruto de ese esfuerzo compartido que he comentado conseguimos aprobar la ley y poner en marcha el II Plan Estratégico para la Igualdad entre Mujeres y Hombres. Es muy difícil resumir todas las actuaciones llevadas a cabo, pero aparte de la Ley y el Plan, me gustaría destacar el Protocolo de actuación frente a la Mutilación Genital Femenina, la recuperación de la Escuela de Pensamiento Feminista y la apuesta por la investigación y la divulgación mediante líneas de subvenciones específicas, la Enciclopedia virtual de las mujeres ilustres de Castilla-La Mancha “Oliva Sabuco”, el impulso y visibilización de la Biblioteca especializada Luisa Sigea y sus actividades artísticas y culturales, la instauración del premio internacional “Luisa de Medrano” y  la Cátedra de Investigación Isabel Muñoz Caravaca.

También diseñamos e implementamos la Estrategia para la Prevención, Sensibilización y Concienciación sobre la Violencia de Género y la Promoción de la Igualdad, que englobaba un gran número de actividades, entre las que se podrían señalar  la creación de las becas “Leonor Serrano Pablo” dirigidas a las víctimas de la violencia de género (tanto mujeres como sus hijas e hijos) que deseen cursar estudios universitarios, subvenciones para luchar contra la trata y en general el sistema prostitucional, lidiar contra la discriminación múltiple y ayudar a las asociaciones de mujeres, sin olvidar una de mis actividades más queridas,  la campaña de las Misiones Pedagógicas por la Igualdad, emulando aquellas emblemáticas misiones de la II República, para prevenir la violación en cita bajo el lema Sin un SÍ es NO.

En fin, podría estar horas y horas desgranando los aspectos más vanguardistas de la ley de las medidas que adoptamos, pero resumo resaltando la importancia que tienen las campañas de sensibilización para prevenir todas las formas y manifestaciones (que no son lo mismo) de la violencia de género, así como la necesidad de cooperar con otras organizaciones (medios de comunicación, universidades, etc.). A veces la sensibilización parece un asunto secundario respecto a lo urgente, que suele ser la intervención y, sin embargo, debería ser una cuestión prioritaria.

No siempre se tiene conocimiento de cómo actuar cuando una mujer cercana sufre violencia de género, ¿En estos casos de que herramientas se dispone para saber cómo proceder y ayudar a esa persona?

La organización de los recursos depende en gran medida del compromiso, traducido en presupuesto, de cada comunidad autónoma. En mi caso, de donde puedo hablar con más conocimiento y legitimidad es de Castilla-La Mancha.

Entendimos que la Administración tiene una responsabilidad institucional ante la violencia machista, por lo que en casos de asesinato se ejerce la acción popular y cuando la víctima tuviera criaturas, a estas se les considerará en situación de orfandad absoluta a los efectos de la ley autonómica, aunque el padre asesino siguiera vivo. Además, se contemplan más recursos y ayudas para las mujeres víctimas, así como para sus hijas e hijos, que también son víctimas directas. Cuando se aprobó la ley, Castilla-La Mancha era la única comunidad autónoma que garantiza por ley ayudas económicas hasta el cumplimiento de la mayoría de edad para menores cuyas madres hubieran sido asesinadas por la violencia de género, y también se establecían ayudas para las personas en situación de dependencia que dependieran de ellas.

Los recursos y servicios dirigidos a la igualdad se vieron reforzados (catorce recursos de acogida, plazas específicas para los casos de trata, un centro de atención y valoración, un servicio de atención psicológica a menores, un programa específico de atención a menores víctimas de la violencia de género, recursos especializados para los casos de agresión sexual, ochenta y cuatro centros de la mujer para ofrecer un servicio integral a toda la población femenina, reforzados en el medio rural, además de un servicio telefónico permanente, como si fuera un centro de la mujer a distancia, para atender los casos de violencia de género y agresiones sexuales, a la que pueden llamar no solo las víctimas, sino también su entorno para recibir más información y saber cómo actuar) y también aquellos orientados a aumentar la autonomía de las mujeres que sufren violencia de género, teniendo en cuenta dos enfoques: el de la discapacidad y el de la ruralidad, pues no se puede obviar que Castilla-La Mancha es una comunidad eminentemente rural y que hay que garantizar a todas las mujeres el acceso a dichos recursos y servicios.

De manera general, diría al entorno de las víctimas de la violencia de género que, afortunadamente, la violencia sobre las mujeres y sus criaturas ya no es un problema ni vergonzante ni ceñido al ámbito de lo familiar, de lo privado. Ante cualquier duda o sospecha, llamen el 016 o pónganse en contacto con los servicios de igualdad de su ayuntamiento o comunidad autónoma para recibir orientación y apoyo. Algo importante: la violencia de género crea una gran vulnerabilidad en sus víctimas, por ello, no las juzguen.

Ah, no quisiera olvidar el importantísimo papel que juegan las organizaciones de mujeres, como es el caso de la Asociación de Mujeres Progresistas de Alcalá “Francisca de Pedraza”. Además de las instituciones públicas, en entidades como esta pueden encontrar un maravilloso espacio de sororidad y acompañamiento, sin soslayar una función esencial: la de incidir en el necesario cambio social que nos lleve a alcanzar mayores cotas de igualdad.

La legislación y el trabajo de profesionales es fundamental en la lucha contra la violencia de género, pero también lo es la ciudadanía ¿Cómo pueden las personas de a pie implicarse en esta cuestión y servir de ayuda en esta lucha?

De las leyes que promueven la igualdad nos beneficiamos no solo las mujeres, sino toda la población, así que acabar con la violencia sobre las mujeres es una responsabilidad que concierne a toda la ciudadanía, incluidos los hombres y, por supuesto, las instituciones.

Sinceramente, creo la sociedad española está mucho más concienciada acerca el problema que supone la violencia de género, tanto en lo que atañe a sus víctimas como en las consecuencia sociales que el machismo comporta. No obstante, la violencia de género no ha desaparecido, muy al contrario, se sigue expandiendo a través de los espacios tradicionales y también de otros más recientes, como son las redes sociales.

Sin duda hay que preocuparse por la tolerancia hacia la violencia de género que se percibe entre las personas más jóvenes y en cómo algunos signos de la violencia machista, como el control y los celos, son confundidos con el amor.  Si la violencia de género persiste es porque también lo hacen las desigualdades. Por ello conocer las casusas y su origen es tan importante, así como aceptar que se manifiestan en todos los órdenes de la vida, también en la escuela, la familia, los espacios de ocio, etc.

Es preciso construir una sociedad más igualitaria, pues el machismo engendra, legitima y perpetúa la violencia de género. Así que creo que es necesario llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos ni medias tintas, pues solo identificando y nombrando el problema, este puede ser erradicado.

Asimismo, hay que señalar a los agresores, maltratadores, violadores, prostituyentes, acosadores, así como aquellas personas que se convierten en cómplices, con su acción o silencio, de esta vulneración de los derechos y libertades de las mujeres. También quisiera insistir en mi convencimiento de que la comercialización de los cuerpos de las mujeres, como la prostitución o el alquiler de vientres, es una forma de violencia de género.

¿Cree que a raíz de la pandemia se despertado un mayor interés social por erradicar la violencia de género?

El número de asesinatos sigue siendo intolerable, a pesar de que a veces este delito pase casi desapercibido en los medios de comunicación o nos parezca equivocadamente secundario respecto a la crisis sanitaria y económica que estamos atravesando.

Las víctimas de la violencia de género son eso, víctimas, con toda la gravedad que esto conlleva, por lo que no podemos exigirles que se comporten como heroínas, más si las restricciones para la movilidad dificultan el acceso a los servicios profesionales.

Los meses de confinamiento fueron especialmente duros para las víctimas de la violencia de género que tuvieron que compartir espacio y vida con sus agresores, pero también hay que decir que las casas de acogida estuvieron llenas de mujeres que decidieron dar un paso decisivo hacia su recuperación.

No quisiera olvidarme de otras víctimas de la violencia machista, como son las mujeres prostituidas. Es urgente abolir la prostitución y toda la industria del sexo, como la pornografía, que se lucra a costa de mercantilizar los cuerpos de las mujeres.

Podemos pensar que las cosas han cambiado mucho a lo largo del tiempo. Cierto que las mujeres ya pueden estudiar, trabajar y votar. También pueden participar en la política y en otros espacios de poder, pero… ¿lo hacemos en igualdad con los hombres?

La brecha salarial es una injusta realidad, así como que la precarización del empleo afecta más a las mujeres que los hombres, incrementándose aun más por la pandemia. Las tareas domésticas y de cuidados están más compartidas que en el pasado, pero las mujeres siguen dedicando más horas a las mismas, restándoselo a su tiempo personal y, además, se suelen ocupar de las tareas más penosas.

Hoy en día hay más mujeres en política, pero los datos nos muestran que su participación es menor que la de los hombres, y ya no digamos su presencia en el ámbito de la empresa. Precisamente la democracia paritaria nos interpela en el sentido de que si las mujeres constituimos la mitad de la vida y de la sociedad, ¿no deberíamos estar representadas en igual proporción en los ámbitos donde se toman decisiones que también nos afectan como ciudadanas? Hoy en día no es creíble que no haya mujeres suficientemente preparadas para participar de una manera similar a los hombres.

También vivimos en una aparente mayor libertad sexual, pero lo cierto es que en nuestro país cada ocho horas se viola a una mujer. En el 80% de los casos las agresiones sexuales no las perpetra un desconocido, sino un hombre del que se fía la víctima. Sin embargo, estas situaciones tienden a silenciarse porque es frecuente que se acuse a la víctima de haber propiciado la agresión debido a su actitud, forma de vestir, etc.

La realidad es que podríamos poner muchos más ejemplos de que la desigualdad sigue presente en nuestra sociedad y que la pandemia, lejos de mitigarla, la silencia y minimiza. Ante esto, nos conviene fortalecernos mediante la sororidad y la formación para así de no caer en el error de reinventar el feminismo cada día, perdiendo en ello mucha energía que deberíamos volcar en defender nuestra teoría, agenda y vanguardia, como señala la gran maestra Amelia Valcárcel.

¿Qué mensaje le gustaría mandar a las mujeres que sufren o han sufrido violencia de género?

La violencia de género es una expresión de la desigualdad, pero también una reacción patriarcal frente a los avances de las mujeres. Es por ello que del mismo modo que decimos que cuando una mujer avanza, avanzamos todas, cuando a una mujer se la agrede, viola, prostituye… eso nos afecta a todas.

Es fundamental que las víctimas sientan el apoyo de la sociedad. El debate irresponsable, falaz y cretino que desde algunas esferas se pretende instaurar acerca de las denuncias falsas, o la inducida confusión de la violencia de género con otras formas de violencia como es la intrafamiliar, crea inseguridad en las víctimas. La violencia de género es un auténtico terrorismo machista, ahí están la cifras para quien tenga dudas; ahora que cunde el miedo ante el coronavirus, hemos de recordar que la OMS indica que la violencia que se ejerce específicamente sobre las mujeres y las niñas es una verdadera pandemia mundial.

Es fundamental que las víctimas sientan el apoyo de la sociedad. El debate irresponsable, falaz y cretino que desde algunas esferas se pretende instaurar acerca de las denuncias falsas, o la inducida confusión de la violencia de género con otras formas de violencia como es la intrafamiliar, crea inseguridad en las víctimas. La violencia de género es un auténtico terrorismo machista, ahí están la cifras para quien tenga dudas; ahora que cunde el miedo ante el coronavirus, hemos de recordar que la OMS indica que la violencia que se ejerce específicamente sobre las mujeres y las niñas es una verdadera pandemia mundial.

Entrevistadora: Selena Ruiz Mínguez

Video Araceli Martínez Esteban

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